Penrose explica la ciencia para que la entienda el ciudadano

Aunque Roger Penrose es uno de los mayores matemáticos del mundo, la fama siempre le ha llegado por aspectos ajenos al estricto ejercicio de esa ciencia. En los 60, fueron sus estudios del Big Bang, en colaboración con Hawking, los que le dieron renombre.

Recientemente, su libro La nueva mente del emperador ha hecho que vuelva a la palestra con un tema controvertido: la inteligencia artificial. Penrose participó recientemente, junto a destacados representantes de otras ramas científicas, en el encuentro «El Futuro del Planeta» organizado por Madrid 92 en El Escorial. 

Todo parece indicar que son sus últimos trabajos acerca de la relación mente-ordenador los que le han traído a una discusión sobre la forma de mejorar el destino de la Tierra. «En efecto, hay quien cree que la situación actual del planeta se debe a que el ser humano es demasiado estúpido y piensa que una mayor inteligencia, como la que esperan de los ordenadores, constituye la solución», señala Penrose. «Creo que ésta no es la respuesta: los ordenadores nunca tendrán la cualidad que, al menos yo, denomino inteligencia».

En La nueva mente del emperador, obra que ha suscitado numerosas críticas, Penrose niega la posibilidad de que los ordenadores puedan llegar algún día a ser inteligentes. «Bueno, depende del significado que le demos a la palabra inteligencia», matiza. «Hay muchos objetos que se pueden describir como inteligentes, que pueden actuar de forma muy compleja, como las máquinas que juegan al ajedrez, pero que son completamente distintos de la mente del ser humano». La diferencia reside, según él, «en el entendimiento». «Cuando un ser humano se comporta de una manera inteligente, entiende. Una máquina puede imitar el entendimiento humano, pero ha tenido que ser programada para ello». Según Penrose, la ciencia sufre demasiado a menudo la presión de grupos de poder que dificultan sus trabajos.

«Los científicos deberían organizarse independientemente de gobiernos o de corporaciones empresariales demasiado poderosas. Naturalmente, los fondos deben provenir bien del gobierno bien de la industria, pero creo que debe haber suficiente información para que la sociedad sepa que estas investigaciones van a revertir en su propio beneficio. Es una cuestión de educación de la opinión pública». La sociedad debe presionar a sus gobiernos para que éstos hagan un buen uso de su potencial científico.

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