El último desfile de Naomi Campbell

Llegué para trabajar en el último desfile una mañana lluviosa de octubre. Habían enviado un Mercedes con chófer a recogerme y correteé hacia él bajo la lluvia sin nada más debajo del impermeable que un pequeño albornoz. Hace años decidí que era una estupidez vestirse para ir a los desfiles pues me pasaba todo el día corriendo del pase de un diseñador a otro, mientras sus ayudantes me ponían y quitaban apresuradamente la ropa. "Daría lo mismo llegar desnuda", expliqué a la prensa la primera vez que lo hice, lo que les proporcionó una ocasión más de sacar a relucir otra historia sobre mi carácter escandaloso. Me da lo mismo. Cuanto más se alejan sus historias de mi personalidad real, más me gusta».

Así arranca Top Model, la novela que Naomi Campbell publicó en 1993. Aunque negó que el libro fuera autobiográfico, las peripecias de Swan, la protagonista, recuerdan demasiado a las suyas propias.

Dos años después, los periodistas han vuelto a dar a Naomi Campbell, de 27 años, una oportunidad más de regocijarse con un chisme presuntamente incierto. Sólo que el informe número 21.058 de la Policía Judicial de Las Palmas ha confirmado el chismorreo. En él consta que dos empleados de seguridad tuvieron que intervenir a las 3.30 de la madrugada en la habitación nº15 del hotel Santa Catalina, donde se encontraban Naomi Campbell, Joaquín Cortés y Huggy Ragnarsson (islandesa de 32 años), y donde se estaba produciendo una ruidosa discusión; que al observar la presencia de los vigilantes la bronca se calmó, pero que a las 4.10 se requirió desde la habitación la presencia del servicio sanitario; y que la modelo admitió más tarde a los sanitarios del hospital al que fue trasladada haber ingerido 20 pastillas de Alprazolam.

Otro de los clientes del hotel fue testigo también de la bronca monumental de Campbell con el bailarín, de quien debe de estar enamorada (y todavía sigue, dice) desde hace aproximadamente siete meses. Tiempo que, según la propia modelo, no ha servido a la pareja para profundizar en sus conocimientos respectivos de sus respectivas lenguas. Idiomas, mejor dicho.