La división del euro

Hoy es el día del padre, pero nadie reconoce la paternidad de lo que el ministro de Finanzas chipriota, Michalis Sarris, catalogó hace dos semanas como "una idea que no puede ser más estúpida": el intento de aplicar pérdidas a los depósitos bancarios para sufragar 5.800 millones del rescate de Chipre, que de este modo quedaría reducido a 10.000 millones de euros. La decisión se tomó en la madrugada del sábado, tras diez horas de negociación, y un agravante: no solamente recibían una penalización del 9,9% los depósitos y cuentas bancarias a partir de 100.000 euros, sino que también se gravaba a aquellos por debajo de esa cantidad, protegidos por el fondo de garantía de depósitos y por la legislación comunitaria. Aunque ayer la UE rectificó.

Cuando se les preguntó por la autoría de la idea inicial de la quita, tanto la Comisión Europea, como el Gobierno de Chipre, Alemania, Francia y el BCE dijeron que ahí no era. El primero que disparó fue el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, que dijo que "no era una creación alemana". Previamente, ya había dicho que su país simplemente se adhirió a una idea de la Comisión, el FMI, el BCE y Chipre.

Pero las reacciones no se hicieron esperar. Jörg Asmussen, miembro del Comité Ejecutivo del BCE y presente en la reunión, también renegó de la paternidad: "Quiero enfatizar que no fue el BCE el que presionó a favor de esta estructura especial de la contribución". Pero esa versión fue desmentida por la ministra de Finanzas austríaca, María Fekter, que dijo que el BCE hizo "una presión masiva" para que los grandes ahorradores no pagaran más del 10%.

Un portavoz de la Comisión, por su parte, recordaba ayer que la decisión inicial se tomó por unanimidad, después de que Olli Rehn, comisario de Asuntos Económicos, se sacudiera la responsabilidad de encima diciendo que, "si los líderes políticos deciden una escala más progresiva para el impuesto, y si este tiene el mismo impacto financiero", él lo apoyaría.

Francia también se puso de perfil. Su ministro de Finanzas, Pierre Moscovici, dijo ayer que "depende de los chipriotas decidir cómo repartir la carga del paquete de rescate" y que "respaldaría una decisión para liberar a los pequeños depositantes".

Y el último en mostrar su indignación fue el primer ministro chipriota, quien, a través de un comunicado negó "categóricamente que en algún momento se le diera la opción de eximir los depósitos garantizados".

Si no fuera porque todos ellos votaron de forma unánime a favor del plan, alguien podría creer que ninguno estuvo presente en la reunión y que la propuesta de gravar a los depositantes se tomó a sus espaldas. Algo así como aquella escena de la película Casablanca en la que el gendarme, en plena redada de un bar, se escandaliza al "descubrir" que en ese establecimiento hay un casino ilegal, mientras el croupier le entrega las ganancias.

Hasta la reunión del Eurogrupo celebrada a última hora de la tarde de ayer, el impuesto a todos los depósitos era el único resultado posible después de que Alemania y Chipre se negaran a cruzar sendas líneas rojas: Berlín exigía una penalización a los depósitos para autorizar el rescate (esto no suponía explícitamente gravar a los pequeños ahorradores), y Nicosia se negaba a que la carga para los depósitos superiores a los 100.000 euros superara el 10%, según Reuters. Si a ello se suma el requisito impuesto por la troika de que la quita a los depositantes debía recaudar sí o sí 5.800 millones, sólo había que sacar la calculadora. Imponer una tasa del 9,9% a los depósitos superiores a los 100.000 euros sólo permitía recaudar 3.800 millones de euros. Faltaban 2.000 millones por aflorar, pero los acreedores senior de la banca no eran una opción.

Y esta vez no sólo para preservar uno de los principios en los que la Unión Europea ha basado la resolución de la crisis -los bonistas senior son intocables para preservar la estabilidad del sistema financiero-, sino porque los bancos chipriotas apenas han emitido deuda senior. Laiki, uno de los bancos más carcomidos de Chipre y que tendrá que ser rescatado, apenas contaba con 100 millones de euros en este tipo de títulos.

Con las dos líneas rojas inamovibles y el objetivo de recaudar 5.800 millones, sólo quedaba una opción: conseguir esos 2.000 millones de los clientes con menos de 100.000 euros en el banco. Y así fue. Por primera vez en esta crisis, los depositantes protegidos por el fondo de garantía de depósitos parece que podrían contribuir a la reestructuración de un banco.

Sobre la mesa se quedaban otras opciones mucho más agresivas con los grandes depositantes de los bancos chipriotas, muchos de ellos -pero no todos- ciudadanos extranjeros que aprovechan las laxas condiciones del sistema financiero de la isla mediterránea para trasladar ahí su patrimonio. Una parte importante, según las tesis alemanas, millonarios rusos con fortunas de dudoso origen.

Según publicó The Wall Street Journal citando a ocho fuentes, el FMI propuso inicialmente un plan que sólo gravaría los depósitos superiores a los 100.000 euros de los dos bancos a rescatar (Laiki y Banco de Chipre), pero eso sí: con unas quitas de entre el 30% y el 40%. Esta propuesta incluía una quita total a los bonistas senior, aunque esta hubiera sido más cosmética que recaudatoria. Por su parte, el comisario Rehn propuso un impuesto del 3% para los depósitos inferiores a 100.000 euros, del 5% para los que no superaran los 500.000 y del 7% para el resto. Y el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, sugirió un reparto del 3,5% para los ahorros hasta 100.000 euros y del 12,5% para los superiores. Pero finalmente el reparto fue 6,75% y 9,9%.

Finalmente, tras la reunión de ayer, el Eurogrupo urgió a Chipre a eximir del impuesto a los depositantes con menos de 100.000 euros. Si finalmente Nicosia accede, será la prueba definitiva de que la propuesta del sábado morirá huérfana.

La quita a todos los depósitos era hasta ayer el único punto de encuentro entre Alemania y Chipre.

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