Llega el fin del libro electrónico

"Parece definitivo: ha llegado el fin del libro electrónico. Al menos, así lo certifican diversos medios británicos, que en las últimas semanas han dedicado artículos a esta muerte sin crónica anunciada".

Aseguraba esta semana la revista cultural Estandarte (pasión por leer, pasión por escribir), la cual subtitulaba su información con un lapidario "los medios de comunicación británicos insisten en enterrarlo".

¿Cuáles son esos "diversos medios británicos"? Las referencias estaban tomadas de The Times, quien afirmaba que el libro en papel había aumentado sus ventas en Foyles durante estas pasadas navidades, por lo que saludaba el "regreso" del libro impreso. La noticia también la recogía de The Telegraph a partir de datos obtenidos por fuentes propias y testimonios de adolescentes.

Sin embargo la Consultora Mintel, en un estudio reciente, concluía a partir de sus propios datos, que uno de cada cuatro (el 26%) de los compradores de e-books, habían incrementado el número de libros que leían de media, y lo que aún es más curioso, que siete de cada diez usuarios de libros electrónicos.

También habían comprado libros en papel haciendo compatibles ambas compras, aunque el resultado final era favorable al papel, ya que durante la campaña navideña, la venta de estos libros había aumentado un cinco por ciento respecto al año anterior.

Hace unos años, pocos desde luego, cuando el libro digital entró en nuestras vidas, se vaticinó que se impondría rápidamente a causa de su menor tamaño, porque en una tableta se podían almacenar cientos de tomos sin que llenen de estanterías nuestras paredes, y además cuatro de cada diez lectores de una franja de edad entre 16 y 24 años, consideraba que una de las razones de su éxito estribaba en su menor precio.

Esto también es importante: los estudios antedichos destacan que la mayoría de los consultados consideran que los libros en papel son muy caros, pero al mismo tiempo opinan que los libros electrónicos deberían ser aún más baratos. Caros unos y otros. Caros, en general, los libros, recargados con un IVA inaceptable.

El consumo de libros electrónicos se ha centrado –y ahí crece– en los libros de descarga gratuita, esto es, en los libros cuyos derechos son de dominio público, en las descargas por préstamo bibliotecario, igualmente gratuita, o en las consultas por Internet que, por ejemplo, han dado al traste con la famosa venta de enciclopedias o en otros mecanismos, como desvela el hecho de que la plataforma iBooks de Apple esté creciendo en la desconcertante cantidad de un millón de usuarios semanales…

Amazon progresa pero sin embargo la sensación general del sector es que la industria no ha sabido encontrar su sitio en este nuevo mercado en el que aumenta la autoedición, en el que se multiplican las descargas ilegales, en el que no se ha sabido poner coto a la piratería.

El sector editorial sí se ha defendido, ya que de momento, cuando hay una novedad vendedora, aparece primero en papel. Harry Potter vende en papel en librerías, y deja para el sector electrónico, una parte, en comparación, mínima hasta hacerse irrelevante, aún cuando ha salido en su auxilio el ipad, que a mi me resulta comodísimo, en especial para viajar, en el avión y en el AVE, tableta en la que además llevo los periódicos del día y me cabe en el bolsillo exterior de mi maletín.

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