La máquina roja

Un año después de su fracaso en la Serie Mundial, frente a los Dodgers de Los Angeles, nada ni nadie pudo detener a los Athletics de Oaldand, nuevos campeones del béisbol profesional americano. Ni el terremoto que sacudió esta ciudad el pasado 17 de octubre, ni el aplazamiento durante 11 días de la Serie, ni mucho menos los lanzadores de los Giants de San Francisco, fueron capaces de parar el juego de los Athletics, que completaron el 4-0 definitivo con un 6-9 en la última confrontación. Oakland aguantó la última y única reacción que tuvieron los Giants en la Serie, cuando en la sexta entrada y ganando 8-0 lograron anotar dos carreras (8-2) y en la séptima cuatro consecutivas (8-6), que les ponían prácticamente a tiro de piedra. Pero una carrera de Steve Bedrosian, suplente, con las bases llenas, puso el 9-6 definitivo, marcador con el que concluyó el partido.

Los 62.832 espectadores que llenaron el Candlestick Park de San Francisco perdieron entonces la esperanza de que los Giants pudiesen, al menos, alargar la Serie uno o dos partidos más, lo que hubieran conseguido de haber vencido aquí. LOS MEJORES.- Sin embargo los Athletics demostraron no solamente ser el mejor equipo de los dos, sino también el mejor de las ligas profesionales y uno de los más grandes en toda la historia del béisbol. El apabullarte 40 con el que firmaron las Serie les convierte en el undécimo equipo en conseguirlo y el primero desde hace trece años. El único obstáculo que les separó de haber conseguido el título también el pasado año no fueron los Dodgers, campeones entonces, sino ellos mismos.

En 1988 ya fueron el mejor equipo, con una reputación de poder sobre todo en el apartado ofensivo, los bateadores, que, irónicamente, sucumbieron ante los lanzadores de los Dodgers. Pero este año, en la 86 edición de la Serie Mundial, los Athletics no se permitieron el mismo error; y no lo cometieron. Demostraron que tienen de todo, excelentes lanzadores, buenos bateadores, velocidad, coordinación y un gran equipo' de técnicos encabezados por un maestro llamado Tony La Russa. «No puedo describir como me siento en estos momentos, pero es un triunfo que nos merecíamos hace dos años», señaló La Russa.

«La pasada temporada ganamos muchos partidos, pero este año conseguimos poner en su sitio las piezas del puzzle descolocadas», agregó el manager de los Athletics. Ahora la duda está en si este equipo se ha convertido en una nueva «big red machine» (gran máquina roja), como se conocía a los Reds de Cincinatti, que dominaron la escena profesional en los años sesenta. Los Reds tenían en sus filas leyendas vivientes como Pete Rose, Dave Concepcion y Johnny Bench. Pero el lanzador de los Athletics, Dave Stewart, de 32 años y nombrado Most Valuable Player (MVP o jugador más valioso) de este año no dudo en afirmar que si contunúan con la misma intensidad de juego pueden llegar a ser como aquel equipo. «Personalmente creo que el único equipo que, hoy por hoy, puede ganar a los Athletics son los propios Athletics», destacó Stewart, quien restó mérito a su elección «porque el triunfo correspondió a todo el conjunto en general, sin tener que destacar a nadie».

El lanzador Mike Moore, ganador del partido, fue junto a Stewart uno de los hombres clave. Moore no sólo no permitió que le anotasen carreras los bateadores rivales, sino que en la segunda carrera conectó un «hit» para dos carreras y anotó la tercera. Se convirtió en el primer lanzador de la Liga Americana, en los últimos diez años, que consigue una jugada de estas características. La figura de Rickey Henderson, el jardinero izquierdo de los Athletics, estuvo siempre presente en toda la serie, con 474 de promedio de bateo (9 hits de 19 veces al bate), tres bases robadas y un «honre run». DEFENSA INSALVABLE.- Pero quizá quien definió mejor al equipo de los Athletics fue el manager de los Giants, Roger Craig, cuando dijo que «sólamente hay que mirarlos para darse cuenta de que Oakland tiene 24 jugadores buenos, con muy pocos fallos en sus lineas. Batean, lanzan y juegan una defensa insalvable; sencillamente será muy difícil poder batirles».

En el vestuario de los Athletics hubo alegría, pero no champán, por respeto a las víctimas del terremoto. El hispano -nació en Cuba- José Canseco, que ha resurgido esta temporada y ha dejado atrás los problemas personales que tanto le influyeron al final de la pasada, dijo que no era necesario el espumoso para celebrar la victoria, aunque «sí para recibir el nacimiento de una nueva dinastía del béisbol».

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