A los madrileños les encanta el tango
La presencia en Madrid del espectáculo Los creadores, un musical dedicado a partes iguales al tango y la canción folclórica argentina, vuelve a suscitar interés en torno al más «gaucho» de los ritmos y sentimientos. Cuatro años después de que una pareja de desconocidos músicos argentinos alimentara con un show similar los primeros síntomas de la «tangomanía» en Francia, falta por saber si se trata de otra fiebre pasajera o si, por el contrario, el tango ha vuelto para quedarse.
Todo empezó en 1985, cuando dos concienzudos músicos argentinos residentes en Francia, Héctor Orezzoli y Claudio Segovia, se decidieron a montar un espectáculo de tangos para el Chatelet de París con la esperanza de que su propuesta diera en el avezado gusto de los espectadores de ese auténtico templo del teatro musical. Se llamaba -se llama- Tango Argentino, y su sentido de la oportunidad, al margen de la calidad de su puesta en escena, ha sido corroborado por el éxito incondicional en su país de origen, Francia, una brillantísima temporada en Broadway y, cómo no, una extensa gira japonesa.
Ahora están en Madrid con Los creadores, un musical en el que por primera vez se han unido, en dos partes diferenciadas, las músicas más folclóricas y clásicas de Ariel Ramírez y la personal recreación que del tango hace Mariano Mores, uno de los más prolíficos autores en activo. «Sin duda, el tango está volviendo a renacer como en la década del los 20», explica Mariano Mores. «Sin embargo, creo que algunos de los espectáculos que están ahora circulando han tratado al tango de un modo muy deficiente, y no todos tienen unos planteamientos realmente justificados».
En Madrid, siguen vivas muchas de las experiencias surgidas antes y duarante el apogeo filoargentino de mediados de los 80: experiencias como las del grupo Malevaje (en argot porteño, «gente de mal vivir»), que pronto editará su quinto elepé. Para Antonio Batrina, líder y vocalista del grupo, «no sólo están de moda los tangos.
Están de moda todos los ritmos latinos, porque son más afines al nuestro y no tienen nada que envidiar, más bien al contrario, a la música anglosajona, que atraviesa un "impasse" de inspiración». Malevaje acaba de completar una gira francesa y, cinco años después de sus primeros escarceos en los bares madrileños, se ha establecido como un grupo con una clara personalidad y un considerable nivel de ventas. «En este momento hay con el tango una moda semejante a la que se dio con las sevillanas», explica Skip Martinsen, director de uno de los más experimentados centros dedicados a los bailes de salón de Madrid.
«A mi juicio, ésta concretamente obedece por una parte al hecho de que la gente está buscando una manera de hacer ejercicio sin aburrirse, y por otra, más aún, a una necesidad de volver a comunicarse, a tocarse y crear entre los dos bailarines un afecto diferente al que puede existir, ». Mariano Mores, que incluye en su espectáculo una sucesión de momentos coreográficos bastante ilustrativos del estilo, está de acuerdo en que «el tango gusta, sobre todo, por la sensualidad de su danza. A los norteamericanos, por ejemplo, les vuelve locos ver cómo las mujeres frotan sus piernas con la pantorrilla del hombre.
Skip Martinsen es todavía más explícito cuando afirma que se trata de uno de los bailes más densamente eróticos de cuantos se practican. «Muchos de los bailes latinoamericanos tienen una sensualidad parecida, pero carecen de ese dramatismo del tam-tam que da el pulso del tango y sus letras. Se trata de un baile de salón más, en el sentido de que es siempre el hombre el que guía y la mujer la que se deja llevar, pero en el tango todo esto es más tenso, más pasional y más profundo. Hay momentos en que el hombre permanece estático mientras su pareja es la que lleva la iniciativa. Los «cortes» y «quebradas» simulan el encuentro amoroso».
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