Fraude en las marcas de juguetes

Las empresas españolas perdieron el año pasado 300.000. millones de pesetas por el creciente fraude de marcas y copias ilegales de productos, según datos facilitados por la recien creada Asociación Nacional para la Defensa de la Marca (Andema). La mayoría de las sociedades fraudulentas fabrican sus productos al calor de la economía sumergida, escapando al control del Fisco, y constituyen uno de los principales agentes generadores de dinero negro.


La Administración económica es consciente del grave problema, aunque todavía no ha adoptado una postura decididamente activa. El primer paso para frenar esta clase de comercio ilegal fue dado ayer por el Instituto Nacional de Consumo (INC) y Andema. Ambas instituciones suscribieron un acuerdo marco, que en síntesis está encaminado a combatir y denunciar públicamente el nombre de la empresa y la actividad comercial fraudulenta. Andema engloba a una larga lista de empresas españolas especialmente afectadas por el fraude de marca, entre la que destacan Majórica, Freixenet, Lladró, Nutrexpa, Adidas, Loewe, Gallina Blanca, Titán, Louis Vuitton, Martini & Rossi, Antonio Puig y Lóreal. Para comprender la negativa influencia que tiene el fraude de marca en los países desarrollados basta con analizar los últimos datos facilitados por el GATT. Según este organismo, los productos fraudulentos representan del 3% al 5% del comercio mundial de productos manufacturados.

Se estima que el montante total del comercio mundial de productos manufacturados asciende a 2,84 trillones de dólares, lo que significa que el negocio total de productos fraudulentos realizado durante el pasado ejercicio se situó entre 85 y 140 billones de dólares. En consecuencia, más de 100.000 personas perdieron sus puestos de trabajo en la CE el ejercicio pasado. El comercio fraudelento procede de 60 países, en general con mano de, obra barata, y afecta especialmente a productos de lujo (marroquinería, relojería, costura, joyería y perfumería), repuestos de automóviles, de aviones, piezas para la industria nuclear, pesticidas, medicamentos, juguetes, artículos de deportes, equipos eléctricos y productos audivisuales. Para las empresas, el fraude de marca representa una pérdida en la facturación, incremento de los costes de producción, y costes elevados de los gastos derivados de investigación y tribunales.

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