El Nobel de la polémica

Liu Xiaobo ha logrado algo que pocos imaginarían: poner de acuerdo a la disidencia china con el Gobierno contra el que luchan. Condenado a prisión en 2009 por el régimen comunista, Liu es un firme candidato a ganar el Nobel de la Paz, que se anuncia hoy. Galardón polémico incluso antes de ser confirmado.

La idea de que Liu sea premiado ha puesto en alerta a Pekín, que ha intentado mermar las posibilidades del disidente. La semana pasada, el Gobierno chino acisó al comité que decide el galardón para que no le premiara. El ministro de Exteriores, Yang Jiechi, aseguró que el gesto iría en contra de los principios del Nobel de la Paz y que deterioraría las relaciones entre China y Noruega. Así lo aseguró Geir Lundestad, director del Instituto Noruego del Nobel. El portavoz del ministro opinó, además, que galardonar a Liu serviría para mandar un mensaje erróneo al mundo puesto que así no se promovería la paz entre los pueblos.


El año pasado, China ya presionó para evitar que otro candidato, el disidente Hu Jia, no ganara el premio con el que en 1989 se galardonó al Dalai Lama provocando la ira de Pekín.

No se trata de ira, en este caso, pero sí de incomodidad. Palabra usada por un grupo de chinos exiliados en varios países extranjeros. En una carta enviada al comité del Nobel, estos disidentes aseguran que Liu no es merecedor del premio, puesto que consideran que no se ha enfrentado con fuerza al régimen comunista. Incluso le acusan, según informa The New York Times, de haber abandonado a los miembros de la comunidad Falun Gong, grupo perseguido por el Gobierno y del que forma parte Liu.

Quienes apoyan al disidente no están de acuerdo con estas afirmaciones. Nombres como el de Vaclav Havel, ex presidente checo, y el del propio Dalai Lama aparecen en la lista de personalidades que apoyan a Liu.

Las normas que rigen la organización del Nobel de la Paz son muy estrictas e impiden que se haga pública la lista de candidatos hasta que no hayan pasado 50 años. Por ello, los nombres que aquí aparecen se conocen porque quienes les han promovido se han encargado de anunciarlo. Como en el caso de internet, candidata porque la edición italiana de la revista Wired la presentó. Pero sólo anteriores ganadores, gobiernos, políticos noruegos y profesores universitarios pueden presentar candidaturas. Nunca una publicación podría nominar a nadie, por lo que el apoyo a internet de la disidente iraní Shirin Ebadi, también Nobel de la Paz, ha sido definitivo. Si ganara, la pregunta sería otra: ¿quién lo recogerá?.

En España, mientras, todos estarán pendientes de la posibilidad de que la Fundación Vicente Ferrer sea la elegida. Aunque los nombres que han sonado son muchos: la afgana Simi Samar, la rusa Svetlana Gannushkina, el alemán Helmut Kohl, y las Abuelas de la Plaza de Mayo.

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