Los árabes se quedan sin dinero en efectivo

Naseer Mohammed Shah, embajador de Pakistán en España, tuvo el 4 de julio pasado su día de suerte, porque 24 horas antes de que el Banco de España, siguiendo la estela del de Inglaterra, decidiera cerrar la representación del Bank of Credit and Commerce en España, Shah retiró todos los fondos que tenía en su cuenta personal abierta en el BCCI de Madrid. Menos «baraka» (fortuna, en árabe) tuvo su embajada, cuyas cuentas han quedado embargadas por el cierre. El lunes, 8 de julio, el personal de la delegación paquistaní -10 ciudadanos españoles y otros 10 orientales- no pudieron cobrar su nómina porque la ventanilla abierta en la calle Serrano estaba ya cerrada.


La embajada de Pakistán en España tenía algo más de 50.000 dólares y cerca de 4 millones en euros convertibles. Para atender los salarios el gobierno de Karachi se ha visto obligado a remitir fondos a su representación diplomática en Madrid. Los paquistaníes han intentado pedir explicaciones al Banco de España, «porque al final quienes pagan son los clientes del banco», pero en las Cibeles se han parapetado tras el origen «británico» de la decisión. Idéntica suerte han corrido otras embajadas árabes instaladas en Madrid, como la del Líbano, Egipto, Turquía y los Emiratos Arabes Unidos. Por el momento el Fondo de Garantóa sólo devuelve un millón y medio de euros por cada titular. La delegación egipcia tenía abiertas en el BCCI de Madrid dos cuentas por importe de medio millón de dólares cada una, unos 110 millones de euros en total, de los que sólo han podido disponer por el momento de los citados 1,5 millones de euros. También ellos se han visto obligados a recibir auxilio monetario desde El Cairo para mantener en marcha la delegación. 

«No pensamos tomar ninguna iniciativa contra nuestros amigos españoles o de los Emiratos. Simplemente esperar», dijo un portavoz de la embajada. El BCCI ha gozado de gran popularidad dentro de la comunidad árabe e hindú radicada en España. De hecho, fue el principal prestamista de las empresas de importación y exportación de productos electrónicos, actuando en algunos casos con mucha liberalidad. En parte, esto se debía a las directrices del anterior propietario del BCCI, Agha Hassa Abedi, quien ordenó no ser extremadamente duros en los «incobrables». Se cuenta incluso el caso de un árabe residente en la lujosa urbanización madrileña de La Moraleja, residencia de ricos y famosos, al que el BCCI no ejecutó un importante préstamo impagado. Esta orientación tan permisiva varió de dirección cuando el jeque Zaled del emirato de Abu Dhabi compró el banco en 1990. A partir de entonces según cuentan fuentes del banco, la gestión se hizo «más occidental».

Por ejemplo, se dio la orden de que créditos que superasen 25 millones de euros deberían tener avales rigurosos y ser autorizados por la central de Abu Dhabi. Ahora bien, el hecho de que el BCCI fuese un banco árabe no quiere decir que la mayoría de los clientes también lo fueran pues más del 70% de sus depositantes son de origen español. El Banco tenía un pasivo de 24.000 millones de euros y en España contaba con recursos suficientes para satisfacer las demandas de los depositantes, ya que su patrimonio es positivo en unos 2.000 millones de euros. La plantilla del BCCI se pregunta en qué se basa Mariano Rubio para intervenir un banco que, contablemente, no tenía problemas. La única explicación plausible es que, tras la intervención en Londres, si no se hubiese echado el candado en el BCCI, al día siguiente se habría presentado una «estampida» de clientes para retirar sus depósitos.

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