Felipe González con Mick Jagger

Primicia de la foto de Felipe González con Mick Jagger, quien estuvo media hora de visita en Moncloa por invitación del presidente. Nos gusta el gesto, nos gusta el detalle, nos gusta la cosa. Sólo recordarle a Felipe, o sea, que todavía no ha recibido a Cela. Es una foto tan llena de sugestiones generacionales que requeriría un ensayo, más que una columna, para ser glosada/desglosada. 

La Prensa ha subrayado el detalle obvio de que el presidente se quitó la corbata para recibir al mítico Rolling. Normal. Hasta Nicolás Redondo (es un ejemplo a la inversa) se puso corbata para ver al Rey. Nadie nos vestimos lo mismo para una boda que para el curro cotidiano. Lo que no se ha subrayado, en cambio, es que Mick Jagger, con ser Mick Jagger, fue a la Moncloa muy arregladito, con una trajecito de verano que parecía de «El Corte Inglés», y los pantalones con mucha raya. Aquí hasta Ramoncín va de rockero a ver al presidente (yo he ido con él). 

Lo que tenemos, pues, son dos tímidos generacionales que hicieron de su timidez una fuerza, de su juventud una épica, de su persona una personalidad. Cincuentones hoy los dos, González fue en los primeros ochenta el Mick Jagger de la izquierda española, y todo el PSOE era como un alud de piedras rodantes (rollings stones) que corrían detrás de los últimosfranquistas, para aplastarles, como detrás de Buster Keaton en aquel inolvidable mudo. Hoy, Felipe tiene tripa (en la foto que comento) y Mick Jagger se conserva delgado, con esa esbeltez un tanto patética que nos sale a los viejos preocupados por la lámina personal. El PSOE también tiene tripa. 

La tripa de Juan Guerra. Los viejos rockeros, como nuestros viejos socialistas, están haciendo la farsa existencial de que son los mismos, cuando sabemos que la vida le vuelve a uno, inevitable e irónicamente, el doble de sí mismo. 

Manuel Hidalgo ha escrito aquí, muy agudamente, que Jagger es «un profesional de la juventud». Los socialistas también son unos profesionales de la juventud. Nos están vendiendo la juventud que ya no tienen, y a esta falsa y segunda juventud la llaman Programa/2000. Mick Jagger fue un seísmo cruzado de pentecostés y esas cosas no se repiten. La Virgen sólo se aparece una vez en Fátima. 

Jagger se nos apareció una vez en nuestra juventud rebelde y nos iluminó con la luz de su grito y las antorchas de su música las amplitudes venideras de la libertad y la revolución. También Felipe se nos apareció una vez, por los mismos años sagrados y furiosos, como una Virgen de Fátima con camisa de cuadros. Las profecías de Fátima resulta que se han cumplido. Las de Felipe Jagger, las de Mick González, no. A uno siempre le ha parecido más solvente la Virgen que los socialistas y los rockeros. Hoy, tanto FG como MJ no pueden vendemos sino nuestra propia nostalgia de los que fuimos entonces (tal como éramos). 

El ruido y la furia, el puño y la rosa, las piedras rodantes pasaron ya por nuestra biografía, dejándola enriquecida y desolada, millonaria de recuerdos y verdades que hoy no valen lo que la última mentira de la campaña andaluza. Mick Jagger fue lo más aproximado a Rimbaud que podía dar el rock, un Rimbaud eucarístico, colectivo y generacional: Felipe González fue lo más aproximado a Rudy el Rojo que podía dar en el tercermundismo ribereño la generación del 68. Hoy son dos retablos que cuidan de no descomponer la figura y comen de su propio mito. Cada uno ha triunfado en lo suyo, pero triunfar es morir un poco. 

Los hombres de toda una generación nos miramos en esta foto. El rock se ha hecho socialdemócrata y el socialismo se ha hecho tecno/pop. Están -estamos- carrozas. Hoy, la revolución light se llama Anita Mecano.

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