Como lleva Terelu su cáncer

Hace tres meses Terelu Campos apretó los puños con rabia y dijo públicamente que tenía cáncer. Hoy se sienta con LOC para hablar íntimamente de su enfermedad y de su vida. 
P.- Tu momento más difícil, Terelu. 

Se queda pensando y parece dudar, yo insisto: 
P.- ¿Fue cuando te dijeron que tenías cáncer? 

R.- Sí, ese momento fue terrible, y también cuando se lo tuve que decir a mi hija Alejandra ¡con sólo 12 años! Mamá tiene un tumor malo, se llama cáncer y me van a operar pero… 
P.- Pero qué. 

Y aquí le noto la voz un poquito avergonzada a Terelu, la voz de la chica joven que fue no hace mucho tiempo: 
R.- Pues cuando se me cayó el pelo… cuando comprendí que tenía que llevar peluca. ¡Odio las pelucas! ¡Cuando todo pase las donaré a un museo! ¡Comprende, Pilar, soy una mujer muy coqueta y además tengo una imagen pública! Ese momento fue muy duro… Eso que Carlos… 
P.- Tu compañero… 

R.- ¡Enseguida me dijo que el pelo corto me quedaba muy bien! Me ha llegado a decir que cuando lo tenga largo me pedirá que me lo corte. He tenido tanta suerte con él, Pilar, tanta tanta… Ahora acabo de llegar de Canarias, donde hay el índice de cáncer de mama más alto de España, y me comentaban de maridos de toda la vida que cuando a su mujer les aparece la palabra maldita, echan a correr y las dejan solas. ¡Y Carlos llevaba sólo seis meses a mi lado! 
P.- Se ha volcado contigo.

Ahora la voz de Terelu vuelve a ser alegre e ilusionada: 
R.- Sí, es positivo, para él todo está bien, me dice: 'Mi amor, no ocultes tus cicatrices de guerra. ¡Son bonitas! ¡Son tu trofeo!'. Pero si él encuentra que estoy horrible con un pañuelo o con otra cosa, me lo dice también pero con tanto cariño, con tanta alegría, con tanta dulzura que no sólo no me enfado, sino que lo agradezco. ¡Carlos lo afronta todo con entereza, eso que es más joven que yo! 
P.- ¿Convivís? 
R.- Sí, vivimos juntos. 
P.- ¿Y seguís teniendo relaciones íntimas a pesar de la enfermedad! 

Juraría que aquí Terelu se ruboriza: 

R.- Mira, este es un tema muy privado, pero te puedo decir que tenemos una relación normal, de pareja, y con esto queda todo claro. 
P.-¿Y pensáis casaros? 

Se echa a reír, ahora ya en franca carcajada: 

R.- Yo hasta ahora decía, no, ya me he casado dos veces pero ahora… ¡bueno, la verdad es que nadie me lo ha pedido! La boda… ¡al menos que sea cuando todo termine y deje de tener este aspecto de niña de Auschwitz! 
P.- ¿En algún momento has pensado que te podías morir? 

R.- No, nunca lo pensé. Me operaron, me sacaron un tumor de dos centímetros, un carcinoma infiltrante que no había llegado a afectar a los ganglios, y me rellenaron el agujerito con mi propia grasa. ¡No se me nota nada! Podría ir con biquini si quisiera, pero con el sol tengo que ir con mucho cuidado, sobre todo ahora que empiezo con la radioterapia… Soy fuerte pero el proceso ha sido doloroso, los vómitos, el cansancio tremendo, cuando termino un programa de televisión y me meto en el coche es como si fuera una anciana de 100 años ¡Suerte he tenido de tener a mis compañeras de maquillaje y peluquería, con Trini al frente, que me han cuidado! ¡Ellas no han permitido que nadie advirtiera que mi aspecto se había deteriorado! 
P.- ¿Cómo se han portado contigo tus compañeros del programa Sálvame? 

R.- Con cariño y con respeto. Me he sentido muy arropada, han tenido conmigo muchas atenciones y delicadezas. Además, le agradezco a Sálvame que me haya convertido en una persona más accesible, más humana ¡Claro que hay días que salgo contenta del programa y otros no tanto! 

P.- ¿Y los compañeros que te esperan a la puerta del hospital, los paparazzis? 
R.- Lo mismo, ellos me preguntaban con gran educación y yo los atendía y también posaba para facilitarles su trabajo, yo iba a darme mis quimios siempre maquillada y arreglada como si fuera a un plató de televisión ¡No quiero dejarme dominar por una moral de derrota! 

P.- La actitud ante el cáncer es muy importante. 

R.- ¡Esencial! Piensa que en la quimioterapia estás desnuda como persona, con tus miedos, con tus indecisiones… Has de hacer un esfuerzo de voluntad importante para mejorar tu actitud frente a la enfermedad. ¡Y ojalá puedas ayudar con tu pequeño ejemplo a las personas que están pasando lo mismo que tú! Que me vean trabajar, llevar una vida normal, arreglada, sin dramatismos, contando las cosas como son… Diciendo con naturalidad la palabra cáncer… 

P.- Pero tu madre… 
Terelu da un hondo suspiro: 

R.- Sí, mi madre ha sido la gran damnificada de esta historia, yo no he tenido miedo a morirme pero estoy segura de que ella sí porque es madre y sé cómo me sentiría yo respecto a mi hija, pero se ha reservado siempre sus miedos para no meterme miedo a mí… Desde aquí quiero agradecerle precisamente sus silencios, que haya llevado su sufrimiento íntimo en secreto, sin compartirlo ni siquiera conmigo. Y mi hermana ¿tú sabes lo que le debo? Se ha convertido en una experta nutricionista, las plaquetas no pueden aumentar voluntariamente, pero la hemoglobina, el hierro sí, ella sabe lo que debo comer, hígado, berberechos… 
Terelu tiene que parar porque se emociona y cuando vuelve a hablar su voz es más cálida que nunca: 

R.- ¡El apoyo de la gente, a través de Twitter! ¡Miles de personas enviándome mensajes personales de fuerza y apoyo, testimonios conmovedores! ¡Rezando por mí! No tengo palabras para expresar mi gratitud… Yo no sé si puedo hacer mucho por el cáncer, pero sé lo que el cáncer me ha dado a mí… Ya lo dijo Sandra Ibarra, que el cáncer nos hace mejores y más solidarias, generosas y compasivas. Voy a estar ahí, siempre que me necesiten. Porque, Pilar ¡hay tantas personas buenas! Empezando por mi ginecóloga de siempre, la doctora Jiménez Díaz, que me ha acompañado en todo momento… 
P.- ¿Y hasta cuando, Terelu? ¿Hasta cuando tienes que continuar la lucha? 

Con precisión periodística, Terelu desgrana su calendario particular, esa carrera de obstáculos que los enfermos de cáncer y sus familiares conocen tan bien: 
R.- Me han dado cinco ciclos de quimio, ahora me tienen que dar hasta agosto 25 sesiones de radioterapia, llevo un reservorio subcutáneo y cada 21 días debo pasar por el hospital para una medicación especial. Y cada día tengo que tomarme una pastilla. 

P.- ¿Y después? 
R.- ¿Después? Será hasta que mi médico, el doctor Francisco Logo, me deje, me abandone. ¡Será el primer hombre que me ha dejado en mi vida y la verdad es que lo estoy deseando! 
Así, entre risas y alguna lágrima, como la vida misma, ha transcurrido la tarde.

Comentarios

Entradas populares