Ana Belén y Víctor Manuel se pegan al sol que más calienta

Llegaban nuevos tiempos para la lírica y artistas de gran éxito, como Víctor Manuel y Ana Belén, también tenían que adaptarse. La canción de autor protesta que tanto furor causara durante la agonía del franquismo empezaba a anquilosarse. Así, optaron por componer temas más románticos, como Agapimú y Qué será, ella, y Sólo pienso en ti, él. Además, anticiparon el formato de dúo, que desembocaría en la consolidación de la música como realidad comercial y la aparición del fenómeno de los fans, que ya había acompañado a bandas como el dúo Los Pecos.

Otra figura que emergió con fuerza fue la de Luis Eduardo Aute, un polifacético artista que compaginaba composiciones como No te desnudes todavía y Pasaba por aquí con trabajos en el cine, la poesía y la pintura. Otros éxitos que incluye el CD de 1979 son ¿Quién tiene un duro de amor? (Pablo Abraira), Espinita (Albert Hammond), Libre te quiero (Amancio Prada) y A volar (Víctor y Diego). De forma paralela, bullían las guitarras canallas de Tequila (Rock and roll en la plaza del pueblo y Dime que me quieres) y el desencanto obrero de Leño (Este Madrid), mientras el rock andaluz de Triana (Quiero contarte y Tu frialdad) seguía facturando miles de copias, al igual que las coplas de Rocío Jurado (Si amanece) y María Jiménez (Háblame en la cama).

Pero, al margen de géneros y modas, el que empezaba a despuntar con energía era Miguel Bosé. Apenas unos años después de su debut, ya actuaba ante audiencias de más de 5.000 personas (una cifra delirante para aquella época) en el transcurso de su Tour'80, al calor de éxitos como Súper Superman.

El comienzo de la década de los 80 estaría marcado, inevitablemente, por un jarro de agua fría casi insoportable, por inesperado. El 8 de diciembre de 1980, frente al neoyorquino Edificio Dakota, un fan desquiciado descerrajaba cinco disparos contra John Lennon. Caía un mito, pero en Madrid emergía con fuerza un movimiento creativo y transgresor: La Movida, que hizo suyo el lema punk del Hazlo tú mismo (Do it yourself). Así, surgieron miles de bandas y artistas que suplían su falta de virtuosismo con mucho desparpajo y una actitud provocadora, rozando la etiqueta del underground (Alaska, Fabio McNamara, Pedro Almodóvar...). La sala Rock-Ola se convirtió en su particular punto de encuentro.

Otro local mítico fue La Mandrágora, regentado por Enrique Cabestany en la Cava Baja del barrio madrileño de La Latina, donde se reunían Javier Krahe, Alberto Pérez y Joaquín Sabina, entre otros. Este último concentró este fervor cultural en torno a la capital en Pongamos que hablo de Madrid, que más tarde versionaría Antonio Flores.

Por su parte, el rock urbano seguía lanzando pedradas hinchadas de críticas, mientras que bandas como Coz optaban por adentrarse en el asequible universo del pop (Más sexy). Otras, como Aviador Dro, anticipaban la electrónica con himnos tan hilarantes como La chica de plexiglás, uno de los éxitos que les permitiría fundar en 1981 su propia discográfica: DRO (Discos Radiactivos Organizados).

El CD de 1980 también contiene al poliédrico cantautor Joan Baptista Humet (Clara); a Charol y su superéxito Sin dinero; Contra viento y marea, de Gloria; Déjame deshacerte la cama, de Rodrigo, y el clásico rockero Los jóvenes, de la banda barcelonesa de los 60 Los Mustang. Un evocador recorrido por los instantes que han marcado nuestras vidas en los últimos años.

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