Filosofía marciana

Venimos en son de paz! Llevadme ante vuestro líder», decían aquellos marcianos de cartón piedra de las viejas películas, a la vez que sonreían taimadamente (si es que tenían boca, claro). 

Viniesen de donde viniesen, todos tenían algo en común: eran feos y malos. Al menos hasta que a Stan Lee se le ocurrió invertir los papeles y crear a una hermosa figura plateada que se plantaba en el balcón de tu casa diciendo cosas como: «Mi propósito quizá rebase vuestra comprensión», mientras sostenía su tabla de surf.

La reciente visita del mencionado guionista de comic, con motivo del Salón de Barcelona, ha vuelto a poner de actualidad al que fuera creador de algunos de los personajes más conocidos de la historieta contemporánea (Spiderman, los X-Men, Hulk y muchos otros llevan su firma). La ocasión ha servido, aparte de para que Lee se explayase contando anécdotas y chascarrillos varios en algunos programas de televisión; para que diese el espaldarazo definitivo a la edición en castellano de una de sus obras míticas, aún inédita en nuestro país: la novela gráfica Silver Surfer. 

Una obra que data de 1978 y que los azares de su escasa distribución habían convertido en codiciada pieza de coleccionista. Es, por tanto, una ocasión magnífica para hacerse con un trocito de la historia del comic y comprobar personalmente las excelencias deparadas por Stan Lee y Jack Kirby; probablemente el tándem creativo más célebre y de mayor influencia de las últimas décadas en el mundo de los tebeos.

Pese a tener veinte años encima, la historia de Silver Surfer sigue conservando el encanto que convirtiese a su protagonista en personaje de culto. Un héroe de corte trágico construido con material de deshecho de la cultura pop de los 60. Un tipo atormentado por su pasado y de carácter mesiánico que recorre el espacio en una tabla de surf. La característica esencia contradictoria de los héroes Marvel llevada a su máxima expresión visual por el talento gráfico y narrativo de un Jack Kirby en plena madurez.

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