Accorralados a más no poder

Protestan incansablemente, reclaman a gritos sus derechos, piden zonas específicas en restaurantes y aviones, tosen como descosidos cuando alguien se enciende cerca un cigarro y amedrantan a aquel que lo intenta a media comida. 

Aunque se enfrentan cada día en casa, en el trabajo, en un café a los que llevan nicotina en sus venas, pasito a pasito van ganando terreno, sobre todo en EEUU. Los no fumadores, los fumadores pasivos, los ex fumadores todos ello van a ser testigos, para su sorpresa y alivio, de como dentro de poco el humo del tabaco va a ser clasificado como un agente cancerígeno importante, tanto como ya lo son el aslbestos o el benzeno, además de ser impulsor del cáncer de pulmón. Y es que aunque ya se sabía que era perjudicial, lo que no se había demostrado hasta la fecha es que también es tóxico. 

La Asociación Americana del Corazón (ayudada por la Asociación Americana del Pulmón y la Sociedad Americana contra el Cáncer) sigue centrando todos sus esfuerzos en eliminar el peligro que supone para los no fumadores vivir continuamente bajo la nebulosa que desprenden los cigarrillos. 

La única manera de conseguirlo, es que el humo se considere como producto tóxico. Las primeras medidas que está sociedad pide que se tomen, son la restricción en mayor medida del uso del tabaco y de las áreas para fumadores. Esta asociación siempre ha luchado por salvaguardar a capa y espada la salud de los no fumadores -sus recomendaciones hacia las autoridades sanitarias empezaron a cobrar fuerza hace unos años, además de intentar que lo dejen los que ya son adictos al pitillo. 

Así, hay que tener en cuenta que en Estados Unidos fumar en sitios públicos está prohibido en 46 estados y en 17 existen estrictas normas que regulan el fumar en lugares de trabajo. Pero la citada asociación va más lejos.

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